Es
bien sabido que las metas deben guiar las actividades de las empresas no
importando su tamaño ni su giro, pero es muy importante recordar que es
necesario verificar que las operaciones constantes de la empresa realmente
vayan encaminadas a cumplir las metas antes mencionadas.
En la
práctica diaria de las operaciones de un negocio es fácil perderse y enfocar
energías en hacer las cosas de la manera más cómoda que se presente, que no
siempre es la mejor o la mas adecuada para seguir en el camino de realizar las
metas del negocio.
-Todas las operaciones deben tener un soporte. Puede ser un
reporte, una fotocopia de un acuse de recibido, una factura de algún proveedor,
una póliza de cheque, un comprobante de transferencia bancaria, o cualquier
documento que deje huella de la operación. Se deben evitar a toda costa
operaciones fantasma que no se puedan verificar ni rastrear.
-En todas las operaciones debe aparecer quién las elaboró y
quién las autorizó. Siempre se debe tener un responsable de cada operación, y
deben aparecer al menos las iniciales de esa persona. Lo deseable es que haya
tres involucrados: quién elabora, quién revisa y quién autoriza, pero a veces
por el pequeño tamaño de la empresa no es posible hacerlo. Lo cierto es que se
debe tener la información necesaria de quién realiza cada operación, teniendo
especial atención en las operaciones mas importantes.
-A excepción de los dueños, es deseable no dar demasiado
poder a una sola persona o permitir que maneje sola mucha información. Lo mejor
es que una o más personas se encarguen de una sola área, pues tener a una
persona controlando varias áreas puede traer problemas. Por ejemplo, si se
tiene a una sola persona encargada de ventas y compras podría vender para su
provecho personal a través de comprar sin factura para después vender esa
mercancía sin factura también.
-Si la empresa es demasiado pequeña y es necesario que una
persona tenga varias funciones, es mejor que sean actividades afines, por
ejemplo ventas y clientes, o compras y proveedores.
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