Es
una cualidad que tiene que ver con la conciencia que tiene una persona acerca
del ambiente que le rodea y la respuesta responsable que tiene hacia ese
ambiente.
En la
escuela aprendimos varias habilidades de inteligencia referentes a problemas
matemáticos, conceptuales y de destreza mental, todas ellas enmarcadas dentro
del concepto tradicional del coeficiente intelectual, en el que se pone poca
atención al aspecto emocional del individuo. La vida real en los ambientes
laborales es más que este enfoque, pues las personas se encuentran inmersas en
situaciones en las que se requiere una buena actitud para salir adelante,
aparte de habilidades mentales conceptuales.
Estas
carencias pueden ser superadas en los adultos por medio de un buen programa de
inteligencia emocional, en el cual se aprenden las habilidades necesarias para
ser personas emocionalmente competentes. Con un correcto entrenamiento en
inteligencia emocional una empresa puede ganar mucho a través de tener personal
que puede funcionar más eficientemente, ser más productivo y ser más estable
dentro de la compañía.
Un
buen programa de inteligencia emocional incluye trabajar con la integridad, la
concientización, la responsabilidad, el autocontrol y la autovaloración. La
integridad es un principio que nos lleva a proceder bajo principios en vez de
hacerlo por emociones, e incluye la habilidad de controlar la gratificación y
canalizar las emociones para impulsar positivamente nuestras vidas.
Nuestros
principios determinan cómo percibimos las circunstancias y a las personas, cómo
concebimos el éxito o el fracaso, si somos optimistas y alegres o pesimistas y
depresivos. Tanto en el trabajo como en nuestra vida enfrentamos momentos que
pueden ser desde excitantes hasta angustiosos; un buen entrenamiento en
inteligencia emocional nos ayudará a entender que la realidad que enfrentamos
no cambia, pero nuestra respuesta interior a esos hechos es una decisión
personal. De esta manera podremos enfocarnos en las tareas y tomar decisiones
en vez de perder el tiempo buscando culpables o quejándonos.
El
entrenamiento nos puede ayudar a ser responsables de nuestras decisiones, a
tener una clara visión de nuestros objetivos y de la manera de cumplirlos,
haciéndonos mas productivos y capaces de superarnos.
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